
Queridos hermanos:
Hoy han concluido las sesiones de la XIII Asamblea Ordinaria del Sínodo de
los Obispos.
Por un lado se entregó el mensaje, que a modo de comunicación con el Pueblo
de Dios, dirigimos los Padres Sinodales. Lo tienen transcrito en la página web: diocesiscanelones.com
Por otra parte se votaron 59 propuestas que se elevan al Santo Padre, como lo
que son, propuestas, para que él luego dirija una carta apostólica a toda la
Iglesia.
En primer lugar quiero compartir con ustedes la realidad de la Catolicidad
de la Iglesia, el Pueblo reunido por el Padre, por medio de su Hijo encarnado,
crucificado y resucitado, y la acción del Espíritu Santo. La Iglesia de
la Trinidad.
Este pueblo único, desde los apóstoles hasta hoy, está en todos los pueblos,
en todos los idiomas, en todas las culturas. Es católico, universal, y
sacramento de salvación de Dios, signo e instrumento de la redención de todo el
género humano por la sangre de Cristo, su gloriosa resurrección y la efusión
definitiva del Espíritu Santo.
En el Sínodo – fue su riqueza y a veces su dificultad – se reunían los
obispos de todos los continentes, de todos los países, lenguas, razas. Todos
confesando la misma fe, en la misma esperanza del Reino de Dios, en la misma
caridad del Espíritu Santo.
Por lo mismo – y dado el tema – la nueva evangelización es un relanzar la
misión de Cristo a su Iglesia, la de ayer, la de siempre, en las
características de la situación actual: vayan y anuncien el Evangelio a toda la
creación. Vayan y hagan discípulos de todos los pueblos.
Todos, cada uno, cada Iglesia particular, nuestra Iglesia de Canelones, en
la comunión con todas las Iglesias de toda la tierra, en la única Iglesia
Católica somo enviados a ser discípulos misioneros, testigos de Jesucristo, de
la gracia de la Santísima Trinidad.
Esto se manifestará plenamente mañana en la Santa Misa en la Basílica de San Pedro, presidida por el Papa con todos los Padres Sinodales. En torno al altar edificado sobre la tumba del apóstol que selló su predicación con el testimonio supremo del martirio, está la Iglesia toda congregada por la predicación del Evangelio y la acción del Espíritu y enviada también a toda la tierra.