En la Inmaculada Concepción de María, celebramos la elección preciosa de Dios, llenando con la gracia del Espíritu Santo a María, desde el momento de su concepción, librándola del pecado original y de todo pecado. Ella es la Toda-santa, la Llena-de-gracia, la Purísima, la Agraciada.
Entreguémonos a glorificar a Dios, por la obra suprema de su bondad y el reflejo de la gloria de Cristo en Santa María. Elevemos la acción de gracias.
Que contemplándola a Ella, nuestra alma se eleve a la esperanza de la santidad, la resurrección y la perfecta glorificación del Padre.
El 8 de diciembre debe estar consagrado a Dios y la Madre de Dios. Es fiesta de precepto de participar de la Santa Misa.
Como es imposible de reproducir en imagen la concepción de un ser humano y más aún el que esté lleno de gracia en su concepción, el arte cristiano, siguiendo el sentido del dogma, es decir, de la realidad, toma ‘simplemente’ la gracia, la belleza de la mujer que se deja mirar – halló gracia a los ojos de Dios – por Dios y se deja envolver por el Espíritu, como símbolo, representación de la plenitud de gracia y santidad de María Inmaculada.
La imagen de la Virgen de los Treinta y Tres sigue ese lenguaje plástico: es imagen de la Purísima y limpia Concepción, manifestada en la belleza de la mujer envuelta en el soplo del Espíritu, es toda gracia, toda hermosura, toda santidad.
Mons. Alberto Sanguinetti celebrará la Santa Misa de la Inmaculada Concepción de Santa María
8.00 en el Monasterio Santa Clara
10.30: en la Capilla Virgen de los Treinta y Tres de avda. Giannattasio.
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