Muy inteligente fue la intervención del Cardenal Bagnasco, arzobispo de Génova y presidente de la Conferencia Episcopal Italiana.
Señaló cómo desde un pensamiento común que partía de los derechos humanos, fundados en la concepción de una común naturaleza humana, fuente de derechos y de deberes se ha pasado a un pensamiento articulado en torno a dos afirmaciones:
* la libertad absoluta del individuo. De modo que  cada uno es fuente total, principio de toda determinación sin tener ninguna realidad a la que responder (no atiende a la naturaleza humana y a alguna realidad intrínseca).
* la diversidad que debe ser respetada de modo absoluto. Por lo tanto no hay ningún derecho de intervención, ni hay mucho sobre lo cual discutir o buscar.

Estos dos principios, que tienen su verdad, absolutizados, hacen que no haya ya que buscar un bien común o haya un bien a alcanzar, sino simplemente el dejar que cada uno individualmente viva su diversidad como quiere.

De allí sale una cultura ‘loca’.